Cada mañana encuentro tu rostro
en el color de las flores
de las gardenias
como retoñan
de las bromelias
en sus hojas los días
de tu ausencia.
Hallo también tus ojos
cada mañana
en el rocío que descansa
sobre las begonias,
y llega el momento amargo
cuando dejaste mis brazos.
Lentamente desciende
una gota cual lágrima
por cada pétalo
de la flor de gardenia.
Vuelve mi rostro a tus ojos
y a mis labios tu beso,
húmedo y tibio.
Beso los pétalos
de tantas flores
que te recuerdan,
pero la noche me alcanza
y extraño el calor tu cuerpo,
la brillantez de tus ojos,
y junto al viento
la caricia de tu pelo.
Cristino Alberto Gómez
7 de abril del año 2008
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