Cuando la vida retorne,
si se acuerda de la mía,
aunque los plásticos lloren
yo la llamaré poesía.
Despierta un niño temprano
con el sol que traería
esperanzas. A su lado
está temblando la vida.
Arden de nuevo los montes.
Están soñando las ciguas
un mundo más verde donde
una palma las reciba.
Miro el cauce de una zanja
hecha de lodo, que un día
fue testigo: yo abrazaba
a la que entonces quería.
Adiós amores de antes
y con ustedes la vida.
Adiós montañas y aves.
Adiós esperanza mía.
Adiós al sueño de ramas
con mil bromelias encima
y entre sus pencas pintadas
las mariposas. Veía
en las lomas como enjambres,
llenos de frutos arriba
verdes árboles. De hambre
soñé que nadie moría.
Adiós mis guayabas ácidas
convertidas en cenizas...
bajo sus hojas asadas
costillas de lagartijas.
Adiós mi tierra lavada
como mi cara subía
cuando mis manos nadaban,
cuando el Manatí corría.
Cristino Alberto Gómez
17 de abril de 2010
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