A Tania y Ligia, con mucho cariño.
Aquel otoño fue radiante
cual primavera, cuando Dios
fue sembrador, pintor… cantante
interpretando bellas dos
estrofas del sublime canto
que vida, cielo, amor llamó.
Evidenciaba el suyo encanto
una sonrisa: amaneció.
Grandiosa como aquella aurora,
primada luz del universo
es cada ser a quien adora
el que entre brazos se hizo verso.
Voy recitando, aún dormido,
y me acompañan al compás.
Nos abrazamos y es sabido:
mañana nos querremos más.
Cristino Alberto Gómez
9/9/2010
5:30 PM
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