Si un día me tengo que ir de esta tierra
sin todos mis sueños haber realizado,
no lo voy a sufrir, será chica la pena
frente a la alegría que en ella he gozado.
El día que recoja mis bultos despacio,
leyendo el boleto de un vuelo a destiempo,
felices llevaré conmigo a suelo patrio
los buenos recuerdos; con lo demás no puedo.
No quiero llorar, pero si entre las lágrimas
escondo razones para seguir penando,
contaré las horas, los días, las semanas...
frotaré mis ojos, mas no me iré llorando.
Al llegar a casa abrazaré a mi madre
y le diré: "sonríe. Ya ha regresado
tu hijo al que amas, al que esperas. Madre,
olvida las lágrimas que por mí has secado".
Le diré a mi padre: "aquí estoy de nuevo,
me pasé tan triste, tan lejos donde estaba,
los días, que un día renuncié queriendo".
Si un día me toca, me marcharé con ganas.
No voy a rogar, como un servil que llora,
no haré como el cobarde que se encierra.
Llegaré cantando... con güira y tambora,
si un día me tengo que ir de esta tierra.
Cristino Alberto Gómez
Costa Rica, 7 de abril del 2006
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