Necesito, no sé pero quiero
las montañas con miras al cielo,
donde crece una flor junto al cerro.
Con el tiempo también busco el suelo.
La mañana surgió. Sólo espero
su mirada llegar y sus besos,
los preciso, no dije merezco.
Ha callado este mohíno silencio.
Me llamó a dirigir la que sale
de mis ojos que encuentran su ceño.
¿Que si qué? ¡Cómo me ama! Ya sabe
que latidos conduce en mi pecho.
Porque amó ama también cuando vengo
suplicando un abrazo, un momento,
sin decir una sílaba, pero
explorando rincones y luego...
de sus ojos nacieron los cielos;
el crepúsculo tiende a su pelo
cuidador del saber y los sueños,
y el jazmín va imitando su cuerpo.
Cristino Alberto Gómez
7 de octubre del 2012
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